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CURIOSIDADES DE NUESTRA IGLESIA

En 1542 se terminan las obras renacentistas de las naves y la portada  de nuestra iglesia, según nos lo indica el tondo o medallón situado en la enjuta de la nave norte.

Las obras fueron promovidas por el Cardenal Primado del arzobispado de Toledo, D. Juan Pardo de Tavera.

 En la nave sur de nuestra iglesia, nos sorprende el escudo en el que podemos apreciar la dignidad de arzobispo, por el número de borlones, en este caso diez por cada lado, cuando Juan Pardo de Tavera era cardenal desde 1531, arzobispo, y primado de la iglesia de España desde 1534, por tanto su escudo debería llevar quince borlones por cada lado y una doble cruz trebolada.

Y es que hasta finales del S. XVIII no se inicia la costumbre de poner treinta borlones en los capelos de cardenales, quince por banda. Esta costumbre pasó a ser ley en 1832. Razón por la cual, el escudo del promotor de las obras de nuestra iglesia, no identifica la categoría de Cardenal y de Primado que tuvo tanta importancia en el Medievo y Edad Moderna.

Hoy en día su escudo no sería el mismo.

Cuando en nuestra iglesia admiramos las rosetas que decoran el intradós de los grandes arcos renacentistas que dividen las naves, y que se repiten en los capiteles, es normal que pensemos en el exquisito gusto que tenían los canteros toledanos del S. XVI.

Gracias a la inestimable colaboración del grupo de la escuela de fotografía, que dispararon sus máquinas y pudieron acercarnos a vista de pájaro muchos de los detalles que a simple vista no apreciamos, descubrimos, la similitud que existe entre éstas y la roseta del S. XIII existente en el presbiterio, donde se cruzan los nervios de la bóveda de crucería.

Está claro que los artistas renacentistas, no quisieron romper la armonía y belleza de una cabecera única.

En el frente de altar de la que fue capilla funeraria de la familia de D. Gaspar Caro de Avendaño, a la que se accede desde el presbiterio, en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Talamanca de Jarama, se encuentra una obra en cerámica de Talavera que representa la Anunciación de María.

Curiosamente inspirada en un grabado de Cornelis Cort, artista holandés que trabajó durante los últimos años de su vida muy ligado a los pintores venecianos del S. XVI, y muy en particular con Tiziano Vecelio.

La Anunciación de Tiziano que se encuentra en la iglesia de San Salvador de Venecia le sirve a Cornelis para hacer su grabado, y éste a su vez , inspira a los artistas talaveranos en sus trabajos para la iglesia de Talamanca.

Asunción Lobo

"He recibido veinte y cuatro reales de vellón, limosna de seis misas que he dicho por la intención del excelentísimo Duque de Béjar, las cuatro en las dos parroquias de Santa María y San Juan de esta villa y las dos en la ermita de la Soledad

Y para que conste lo firmo en Talamanca , 7 de mayo de 1714

Firmado

Demetrio García "

El Ambón

El ambón situado en el lado de la epístola, una estela votiva religiosa de piedra caliza, con cabecera redondeada, de 124 x 47 x 31,5 de origen romano del S. II. Su epigrafía muy desgastada dentro de una cartela rehundida, en abreviatura latina y monumental, muy estudiada por la especialista en Epigrafía y Paleografía Dña. María Ruiz Trapero, y editada en su libro de "Inscripciones latinas de la Comunidad Autónoma de Madrid", nos dice: 
D(iis) M(anibus). / Cae(cilio) Cu/3sae, Ero/tis f(ilio), Iuliu/s Lusa… / f(aciendum) c(uravit).
"Consagrado a los dioses Manes. Iulius Lusa ordenó ponerlo para Caecelius Cusa, hijo de Eros". 
En la parte superior, un bajo relieve dibuja una pátera o platillo ceremonial.
Nota. La pieza llego a la Parroquia de San Juan Bautista, procedente de la Casa Rectoral, y según me comunica D. Jaime Pascual Moro, vecino de esta localidad, la pieza se usó como hito o mojón en un cruce de caminos.

En los dos "triángulo" que forman los arranques  de los arcos carpaneles de la nave central renacentista, que reciben el nombre de enjutas o albanegas, aparecen dos tondos o medallones laureados que representan de forma simbólica a los dos Santos Juanes.

En su lado norte o del evangelio: el cordero, la cruz, y el estandarte, representa a San Juan Bautista como precursor y anunciador de Cristo.

En su lado sur o de la epístola: una mano sujeta un cáliz y la otra le bendice mientras emerge una serpiente.

Una historia asociada a la biografía de San Juan Evangelista, nos cuenta cómo estando Juan en Éfeso, Aristodemo primer sacerdote del templo de Artemisa, le dio  una copa de vino envenenada diciéndole: si bebes de esta copa y no pereces, creeré que tu Dios es el verdadero. Juan bendice la copa haciendo salir el veneno en forma de serpiente o pequeño dragón.

Cuando el románico se va alejando de los caminos de peregrinación, incorpora a su repertorio escultórico motivos costumbristas y anecdóticos.

 Uno de los capiteles más emblemáticos y mejor conservados de nuestra cabecera, corresponde a parejas de arpías o sirenas de tierra. Seres fantásticos con cuerpo de ave, cabeza de mujer tocada con gorro frigio y cola de serpiente, en algunos casos.

La mitología griega nos cuenta cómo Fineo rey de Tracia, había aprendido de Apolo el secreto de la profecía. Como castigo por revelar secretos del Olimpo, Zeus lo confinó en una isla, y encargó a las arpías, atrapar la comida que se llevaba a la boca. Tras la llegada a la isla de Jasón y los argonautas, éstos le indicaron cómo deshacerse de ellas. Sólo el frío viento del Norte, Bóreas, podía ahuyentarlas.

El cantero medieval las situó en el capitel más al norte de nuestro ábside, pero ni el paso de siete siglos, ni su ubicación en el bien llamado Callejón del Viento, han logrado ahuyentarlas.

A ésta estética pagana, la iglesia le da un sentido de enseñanza y advertencia. Representan el atrapamiento por los placeres carnales.

La escultura románica desde sus inicios en la Borgoña francesa, utiliza la arquitectura, como soporte para manifestarse.
Es habitual encontrar el bestiario románico, en su mayoría fantástico, rematar los canecillos de las iglesias.
Nuestra iglesia, con sus veinte canes o canecillos y veinticinco metopas (espacio entre canecillos ) nos presenta las costumbres y tradiciones de una época.
El canecillo a la derecha del capitel de las arpías representa un dragón. Cuerpo de ave con cabeza perruna, al que posiblemente la erosión le arrancara otra cabeza. Las representaciones de dragones en el románico, no siempre son las serpientes aladas con aliento de fuego que nos trasmitió la mitología nórdica.
En el culto cristiano representan el mal, y lo definen como un símbolo demoniaco.

En la escultura románica, es habitual plasmar las vivencias más cercanas del hombre del Medievo.

En zonas ganaderas y cerealistas, es frecuente encontrar en sus canecillos y metopas, algunas alegorías de los meses del calendario agrícola.

Nuestra iglesia de San Juan Bautista no fue una excepción.

En el canecillo a la izquierda de las arpías, aparece un hombre sentado y apoyado en su cayado.

Según el Catálogo Monumental de la provincia de Madrid editado en el año 1976, representa la alegoría del mes de Febrero. Uno de los pocos meses que el agricultor se libra de las tareas del campo, y puede dedicarlo al descanso.

El Basilisco

No podía faltar en el bestiario románico de nuestro ábside, el basilisco.

La mitología cuenta que nacía del huevo deforme puesto por un gallo e incubado por una serpiente. Sólo con la mirada podía matar a un hombre.

Decía Plinio el viejo que con el aliento marchitaba la flora de alrededor y resquebrajaba las piedras. Solo el canto de un gallo podía aterrorizarle.

Estos símbolos paganos propios de las supersticiones de los hombres de la época, para la iglesia son símbolos demoniacos y representan el pecado.

San Isidoro de Sevilla en su obra Etimologías, nos habla del basilisco, y en clave cristiana nos dice: - " nada dejó el Padre de todas las cosas sin remedio "- y es que el basilisco solo muere víctima de la comadreja.

CAPITEL SUR

Si el capitel norte de nuestra ábside de San Juan Bautista está en un estado bueno de conservación, no lo están los dos del Este que se adivinan con decoración vegetal.

El capitel Sur de carácter historiado, aunque ha padecido las inclemencias del tiempo, uno puede apreciar su composición.

Con una composición más figurativa, apreciamos un cuadrúpedo con el rabo sobre el lomo, de difícil identificación, aunque se le aprecia cierto perfil salvaje. No ocurre lo mismo con el ave que está en un lateral del capitel donde apreciamos un pavo común con su papada o moco.

Sorprende encontrar la representación de un pavo común en una obra del S. XIII. El pavo común siendo originario de Sudamérica no viaja a España hasta bien finales del S. XV. Sospechamos que durante la construcción de las naves renacentista, se retocó la cabecera, y se incorporó un detalle de modernidad como ha ocurrido en otros mucho templos de la geografía española.

 EL CENTAURO

La escultura románica, no buscaba ni la belleza en si misma ni la perfección de la talla. Su finalidad era instruir, enseñar al hombre del Medievo que carecía de otros medios de información.

Uno de los canecillos de nuestra iglesia de San Juan Bautista, está rematado por la imagen de un centauro. Ser fabuloso de la mitología griega. Híbrido mitad hombre, mitad caballo que representa la barbarie. Eran la encarnación de la ira, y esclavos de las pasiones animales.

En una de las metopas que dan al sur en el ábside de San Juan Bautista, encontramos la figura de un jabalí o tal vez un cerdo.

Como ya sabemos, el románico sacraliza la estética pagana convirtiéndola en portadora de virtudes o vicios que usa como enseñanza y advertencia.

Decía Heródoto, historiador y geógrafo que eran animales impuros, el jabalí por su fiereza desmesurada y lujuria, y representan la pereza y la gula.  

Saltimbanqui

Uno de los canecillos mejor conservados en nuestro ábside de San Juan Bautista es el saltimbanqui o contorsionista.

Estamos habituados a ver estas manifestaciones, al igual qeu danzarinas en muchas construcciones románicas.

En este caso encontramos cierta peculiaridad, y es que se trata de un monje en el que se aprecia una mueca burlona

Cerdo o Jabalí

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